El historiador liberal Luis L. Domínguez, en una carta que le enviara a Juan María Gutiérrez, el 10 de noviembre de 1860 describía a Moreno de la siguiente manera:
“Moreno fue consejero de Cisneros y era empleado, esto, el silencio respecto de él en las memorias más fidedignas de la época, la positiva aserción de su hermano y el testimonio de sus contemporáneos, me han hecho creer que Moreno, carácter detestable, hombre cortado por el molde de los más furiosos guillotinadotes de la Revolución francesa, fue ganando para las nuevas ideas con el puesto distinguido a que lo llamaron el día de la Revolución. Colocado allí, Moreno impulsó con brazo vigoroso el de movimiento, echó al virrey y a los oidores, mudó el Cabildo, hizo matar a Liniers, a Concha y tres compañeros, hizo fusilar a un pariente del vocal Azcuénaga, mandó una expedición al Perú y otra al Paraguay, escribió, agitó, hizo, en la Revolución, dejando cuando murió, el duelo a muerte con la metrópoli. Hizo todo eso después de la Revolución; pero antes no hizo nada por ella.” [1]
En 1881 Vicente Fidel López en su “Historia de la República Argentina” exponía:
“por desgracia suya, había nacido con una fantasía tan viva cuanto asustadiza y cobarde. Estaba sujeto a insomnios terribles, en medio de los que veía el tumulto de sus enemigos acechándolos con puñales unas veces y otras encarcelándolo para arrastrarlo a la horca. Tenía una naturaleza nerviosa, con entusiasmos fantásticos que no se apartaban de su vista sino en el fuego de la acción. Pero en los momentos en que la acción decía, su espíritu no encontraba la quietud del reposo, sino por el contrario, tendida la vista a su alrededor, y emanado con las emanaciones enfermizas de la soledad y del monólogo, que continuaban dándole relámpagos siniestros, vagaba en las tinieblas de mil inquietudes indefinidas… Al día siguiente entraba otra vez en la acción incitado por la febril necesidad de anonadar los obstáculos y los elementos contrarios que sus dueños le habían presentado en formas gigantescas y apremiantes… ¿no serían sus talentos mismos el efecto natural de esa predisposición enfermiza y de esas cavilosidades de su espíritu? El doctor Moreno era un alma sin reposo moral, nos decía uno de los contemporáneos que más lo había tratado y querido; un alma fanática y ascética devorada por una actividad asombrosa. Con el mismo ardor con que se había entregado a las lucubraciones místicas de Tomás Kempis y a la disciplina de la penitencia, se dio después al misticismo social de Juan Jacobo Rousseau.” [2]
En 1899 el médico positivista, José María Ramos Mejía manifestaba:
“A pesar de su elevado vuelo, parecía ser intratable, envidioso y de una combatividad de perseguido. La impresión que yo tengo de este gran político, es que sus exageraciones e intransigencias procedían de una cierta conciencia de su falta de valor personal, de un odio secreto y poco disimulado a las clases sociales en las que, por la modestia honorabilísima de su familia, no había podido figurar.”
Agregaba que el Secretario disponía de un “temperamento misántropo” que le hacía detestar a la multitud, y que lo empujaba hacia “una tiranía violenta aunque ilustrada”. También era “frío e insensible” carcomido por “el gusano de sus dolencias físicas” [3]
Remataba esta semblanza, diciendo:
“No titubeo en afirmarlo, aún corriendo el albur de que se me tache de sistemático: Moreno tenía cosas de perseguido, y verosímilmente sus rigores no obedecían siempre a la firmeza de carácter, sino a la malignidad que derramaban en su alma asustadiza los fantasmas de sus alucinaciones probables; dirá más, a las reacciones de sus cobardías de perseguido perseguidor” [4]
Por último, nos decía Carlos Alberto Pueyrredón:
“El doctor Mariano Moreno… tenía entre sus defectos, el de la inoportunidad. Fue inoportuno durante las invasiones inglesas permaneciendo en su casa cuando todos combatían; fue inoportuno durante los sucesos del 1° de enero de 1809, al tomar partido por los peninsulares en contra de los americanos, lo fue también durante los prolegómenos de la revolución de mayo, a la que adhirió después de producidos los sucesos.” [5]
¿Cuál fue la obra de Moreno antes de la Revolución de Mayo?
- No estuvo en la defensa de Buenos Aires atacada por los ingleses en dos oportunidades: 1806 y 1807. No se alistó y siguió con sus tareas civiles.
- Los británicos publicaron en Montevideo el periódico bilingüe “The Southern Star” / “La Estrella del Sur”, donde Padilla, Saturnino Rodríguez Peña y Vieytes (bajo seudónimos) hacían propaganda liberal a favor del invasor. Por otro lado, los anglófilos lo distribuían clandestinamente en Buenos Aires y fue ahí cuando la Real Audiencia, donde trabajaba como relator Moreno, le solicitó que refutara la publicidad dirigida, interesada e insidiosa pero le contesta que tiene algunas dificultades para desempeñar esa misión y que en tal caso “el silencio es lo más cuerdo”¿Estaría atento a los negocios de su bufete, por eso se llamo al silencio?
- En 1806 defendió al espía de los ingleses, Francisco González que era quien había ayudado a Beresford, Pack, Saturnino Rodríguez Peña y Padilla cuando se habían escapado de la prisión de Luján.
- Con respecto a los festejos de la Reconquista en 1806, su biógrafa dice que “es posible que el abogado criollo se encuentre más cómodo junto a un cautivo inglés o a un humilde litigante que frente al valiente de la Reconquista”.
- En la Asonada de 1809 Mariano Moreno apoya al Alcalde de Primer Voto, Alzaga, en su revuelta para destituir al virrey Liniers, pero “se salva” y “no sufren (él y Leiva) en ningún momento la persecución de las autoridades”. Moreno era relator de la Audiencia y asesor del Cabildo. Cuando comenzaron las hostilidades con Liniers y la Audiencia, por un lado, y el Cabildo por el otro, el futuro Secretario pleiteaba consigo mismo. En esta ocasión, Moreno incurrió claramente en prevaricato.
- Hacia Mayo de 1810 Moreno era: a) Relator de la Real Audiencia, b) Asesor del Excelentísimo Ayuntamiento y c) Consultor del Excelentísimo Señor Virrey. A su vez seguí con su lucrativo bufete de abogado, litigando en los estrados de la Real Audiencia, donde a la vez era Relator.
- Entre sus clientes estaban: dos espías ingleses, Francisco González y Vicente Capello. Atendió también los intereses de Mr. Alex Mackinnon, presidente de la Comisión de Comerciantes de Londres en Buenos Aires, y corresponsal del ministro Wellesley.
- Cisneros, a raíz de la publicación de la “Representación de los Hacendados”, termina por ofrecerle el cargo de oidor en uno de los tribunales de la península. Moreno no acepta porque quiere seguir en Buenos Aires con su clientela selecta.
¿Cuál fue su actitud en el Cabildo Abierto del 22 de Mayo de 1810?
Don Nicolás de Vedia, en sus Memorias lo describía así:
“Tímido en el momento crítico del primer del Cabildo Abierto o asamblea que se tuvo en él, no se colocó en lugar preferente, se acurrucó tras un escaño, no se oyó su voz, parecía que estaba allí solo para observar, y no para dar la cara, como lo hizo Castelli y lo imitó con dignidad y nobleza don J. J. Paso” [6]
Vicente Fidel López en su “Historia de la República Argentina” lo exponía de esta manera:
“Muy tarde ya, al pasar don Vicente López por delante de una de las bancas más excusadas, reparó en el doctor don Mariano Moreno, que acurrucado en un rincón… parecía cabizbajo. –“¿Está usted fatigado, compañero?- Estoy caviloso y muy inquieto -¿Por qué? Todo nos ha salido bien.- No, amigo; yo he votado con ustedes por la insistencia y majadería de Martín Rodríguez, pero tenía mis sospechas de que el Cabildo podía traicionarnos; y ahora le digo a usted que estamos traicionados. Acabo de saberlo; y si no nos prevenimos, los godos nos van a ahorcar antes de poco [asesinato preventivo!]; tenemos muchos enemigos; y si algunos que andan entre nosotros y que quizá sean los primeros en echarnos el guante”. [7]
Cierra la conducta de Mariano Moreno en la Semana de Mayo, su hermano Manuel:
“Sería una injusticia creer que el doctor Moreno tomó una parte activa en la revolución de su país… jamás intentó inquietar su espíritu, o promover la rebelión” [8]
El 25 de Mayo, Moreno estuvo ausente:
“Muchas horas hacía que estaba nombrado secretario de la nueva Junta, y aún estaba totalmente ignorante de ello, entretenido en casa de un amigo en conversaciones indiferentes. Al cabo de mucho tiempo, en que yo mismo lo había buscado para avisarle lo ocurrido, lo vi entrar en su casa, envuelto en mil meditaciones, sobre si debía o no aceptar su nombramiento. La legitimidad de los procedimientos públicos, que acababan de suceder… la dificultad de las circunstancias,… eran otras tantas cuestiones que ocupaban su reflexión” [9]
NOTAS
[1] ORTEGA PEÑA, Rodolfo y DUHALDE, Eduardo Luis: “Mariano Moreno: utopía y revolución”, en: ASTRADA, Carlos y otros: Claves de Historia Argentina. Buenos Aires, Merlín, 1968, p.181.
[2] LOPEZ, Vicente F.: Historia de la República Argentina, t° III, pp.196-197.
[3] RAMOS MEJÍA, José María: Las Multitudes Argentinas. Buenos Aires, La Cultura Popular, L. J. Rosso, 1934, p.140.
[4] Ibidem, p.141.
[5] PUEYRREDON, Carlos María: 1810, p.509.
[6] RAMALLO, Jorge María: Los grupos políticos de la Revolución de Mayo, p.40
[7] LOPEZ, Vicente Fidel: Historia de la República Argentina, t° III, pp.42-43.
[8] DIAZ ARAUJO, Enrique, Mayo Revisado, T. III, p.54.
[9] Memorias de su hermano Manuel. SENADO DE LA NACIÓN: t°II, p.1236.
penoso tu aporte y tus calumnias acerca de Mariano Moreno, serás familia de Bartolomé Mitre vos?
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